EUROPA
PRESS
22 febrero
2018
Descubren
interrupciones del reloj corporal años antes de tener Alzheimer
Se sabe que las personas con la
enfermedad de Alzheimer tienen alteraciones en los relojes internos del cuerpo
que afectan el ciclo de sueño/vigilia y pueden aumentar el riesgo de
desarrollar el trastorno.
Ahora, una nueva investigación en la Facultad de Medicina de
la Universidad de Washington en San Luis, Estados Unidos, indica que estas
alteraciones del ritmo circadiano también ocurren mucho antes en personas cuyos
recuerdos están intactos pero cuyas exploraciones cerebrales muestran evidencia
preclínica temprana de Alzheimer.
Los hallazgos, que se detallan en un artículo que se publica
este lunes en 'JAMA Neurology', podrían ayudar a los
médicos a identificar a las personas en riesgo de Alzheimer antes de lo que
actualmente es posible. Eso es importante porque el daño del Alzheimer puede
echar raíces en el cerebro entre 15 a 20 años antes de que aparezcan los
síntomas clínicos.
"No era que las personas en el estudio carecían de
sueño --explica el primer autor, Erik S. Musiek,
profesor asistente de Neurología--. Pero su sueño tiende a estar fragmentado.
Dormir durante ocho horas por la noche es muy diferente de dormir ocho horas en
incrementos de una hora durante las siestas diurnas".
Los investigadores también realizaron un estudio separado en
ratones, que se publicará este martes en 'The Journal
of Experimental Medicine', que muestra que
alteraciones circadianas similares aceleran el desarrollo de placas amiloides en el cerebro, que están relacionadas con el
Alzheimer.
Estudios previos en la Universidad de Washington, realizados
en personas y en animales, han encontrado que los niveles de amiloide fluctúan de maneras predecibles durante el día y
la noche. Los niveles de amiloide disminuyen durante
el sueño, y varios estudios han demostrado que los niveles se elevan cuando se
interrumpe el sueño o cuando las personas no reciben suficiente sueño profundo,
según una investigación del autor principal, Yo-El Ju.
"En este nuevo trabajo, descubrimos que las personas
con enfermedad de Alzheimer preclínica tenían más fragmentación en sus patrones
de actividad circadiana, con más períodos de inactividad o sueño durante el día
y más períodos de actividad por la noche", dijo Ju, profesor asistente de
neurología.
Los investigadores
rastrearon los ritmos circadianos en 189 adultos mayores cognitivamente
normales con una edad promedio de 66 años. A algunos se les realizaron
escáneres de tomografía por emisión de positrones (PET) para detectar placas amiloides relacionadas con el Alzheimer en sus cerebros. A
otros se les analizó el líquido cefalorraquídeo para identificar proteínas
relacionadas con el Alzheimer y a algunos se les sometió a exploraciones y
pruebas de fluido espinal.
De los participantes, 139 no tenían evidencia de la proteína
amiloide que significa enfermedad de Alzheimer
preclínica. La mayoría presentaban ciclos normales de sueño/vigilia, aunque
muchos registraban alteraciones circadianas que estaban relacionadas con la
edad avanzada, la apnea del sueño u otras causas.
Pero entre los otros 50 sujetos, que tenían exploraciones
cerebrales anormales o líquido cefalorraquídeo anormal, todos experimentaron
interrupciones significativas en sus relojes corporales internos, determinados
por cuánto descansaron durante la noche y cómo de activos estuvieron durante el
día. Las interrupciones en el ciclo de sueño/vigilia permanecieron incluso
después de que los científicos controlaron estadísticamente la apnea del sueño,
la edad y otros factores.
Un posible biomarcador de la enfermedad de alzheimer
Los sujetos del estudio, del Centro de Investigación de la
Enfermedad de Alzheimer Knight de la Universidad de Washington, en Estados
Unidos, usaron dispositivos similares a los rastreadores de ejercicio durante
una o dos semanas. Cada uno también completó un diario de sueño detallado cada
mañana.
Al rastrear la actividad durante el día y la noche, los
investigadores pudieron determinar cómo se produjeron el descanso y la
actividad durante periodos de 24 horas. Los sujetos que experimentaron pequeños
brotes de actividad y descansos durante el día y la noche presentaban más
probabilidades de poseer evidencia de acumulación de amiloide
en sus cerebros.
Estos hallazgos en personas refuerzan la investigación con
ratones del laboratorio de Musiek. En ese estudio,
trabajando con la primera autora, Geraldine J. Kress,
profesora asistente de Neurología, Musiek estudió las
alteraciones del ritmo circadiano en un modelo murino
de Alzheimer. Para interrumpir los ritmos circadianos de los animales, su
equipo inhabilitó los genes que controlan el reloj circadiano.
"Durante dos meses, los roedores con ritmos circadianos
alterados desarrollaron considerablemente más placas de amiloide
que los ratones con ritmos normales", destaca Musiek.
"Los ratones también tuvieron cambios en los ritmos diarios y normales de
la proteína amiloide en el cerebro. Son los primeros
datos que demuestran que la alteración de los ritmos circadianos podría acelerar
el depósito de placas", añade.
Tanto Musiek como Ju dijeron que
es demasiado pronto para responder a la cuestión del huevo y la gallina de si
los ritmos circadianos interrumpidos ponen a las personas en riesgo de la
enfermedad de Alzheimer o si los cambios relacionados con el Alzheimer en el
cerebro interrumpen los ritmos circadianos.
"Por lo menos, estas interrupciones en los ritmos
circadianos pueden servir como un biomarcador para la
enfermedad preclínica --apunta Ju--. Queremos volver sobre estos temas en el
futuro para saber si sus problemas de sueño y del ritmo circadiano aumentan el
riesgo de Alzheimer o si la patología de Alzheimer cambia el ciclo de
sueño/vigilia y provoca problemas circadianos".